OBJETIVOS DEL CLUB DE LECTURA

Los objetivos que pretendemos alcanzar son los siguientes:
. Establecer un diálogo en torno a los libros.
. Incentivar al hábito lector, y mantenerlo vivo entre nuestros alumnos, profesorado y familias.
. Promover la visión crítica de la lectura desde el respeto y la adquisición de nuevos aprendizajes.
. Valorar la lectura como forma de enriquecimiento personal.

jueves, 21 de junio de 2012

"Terramagna", accésit del primer premio del Concurso de Relatos, modalidad de2º de E.S.O.



Relato escrito por Rocío Gómez Guardado, alumna de 2º de E.S.O. E


TERRAMAGNA

En ese momento, el pequeño Arthur abrió sus grandes ojos azules por primera vez. Observó la estancia. Entonces se detuvo y miró fijamente a la bella dama que bordaba con hilo de oro a su lado.
Era Sophie, su madre.
Arthur había nacido tres días antes en el feudo de su padre, el marqués Raphael I, a quien el rey selo había concedido hacía 6 años. El feudo, llamado “Terramagna”, era un bonito lugar, muy fértil, con un bosque y unos pastos siempre verdes. Terramagna era el feudo más grande del reino.
Arthur se encontraba en el castillo en ese instante. El castillo estaba en la Reserva de Terramagna, que a su vez se situaba al sur de Inglaterra, a orillas del Canal de la Mancha. Desde la ventana, llegaban las voces de los soldados de su padre, entrenando. A Arthur le llamaba la atención todo: las cortinas, el techo, los tapices, la labor de su madre... En aquel momento, entró en la habitación el joven Edgard, hasta entonces, hijo único de los marqueses de Terramagna. Edgard, con solo 6 años, era el heredero del feudo, era serio y no le gustaba demasiado la idea de tener un hermano. Se asomó a la cuna. Arthur lo miró sin pestañear. Edgard miró con sus pequeños y negros ojos a los de su hermanito. En ese momento, ambos sonrieron, y desde entonces, Edgard cuidó bien de Arthur.
Pasaron dos años. Arthur aprendió a hablar y a andar, y Edgard empezó su educación en la escuela militar: era el peón de uno de los jefes de ejército del feudo y aprendía técnicas de combate, estrategias y disciplina.
En ese año, los marqueses concibieron una niña preciosa de pelo castaño y ojos almendrados y marrones, a la que llamaron Melody. En cuanto nació, Raphael recibió una carta del conde de Montegrís (el feudo vecino) pidiéndole la mano de su hija Melody para su hijo Louis, de 3 años.

Raphael aceptó encantado.
Arthur y Edgard estaban contentos de tener otra hermanita para jugar, aunque Edgard no tenía mucho tiempo libre, pues estaba en pleno desarrollo militar, para gobernar Terramagna algún día.
Pasaron otros cuatro años y los marqueses tuvieron otra niña, de pelo rojizo y muy rizado, llamada Liana, con grandes ojos verdes y muy alegre. Un mes después, toda la familia fue a visitar al hermano de Raphael, que vivía en el feudo de su padre con su esposa y sus varones: Albert (7 años) y Alfonso (2 años).
Mientras los niños y las damas estaban en el jardín, los dos nobles hablaban en un gran salón:
-Veréis, querido hermano, os he invitado a mi castillo porque quiero pediros, en nombre de mi hijo
Alfonso, la mano en matrimonio de vuestra hija Liana, si me lo permitís.
-Dadlo por hecho, hermano mío, será un honor para mi familia. - aceptó Raphael.
Antes de irse, Albert le contó a Arthur que, hacía unos meses, había logrado salir del castillo y ver los Mansos (donde vivían los campesinos). Le dijo a Arthur que eran muy pobres. Al principio, éste no creyó que ser campesino fuese tan duro, así que decidió comprobarlo él mismo.
Después del regreso a Terramagna, Arthur planeó su escapada: una noche, se levantó, cogió un zurrón y lo llenó con mucha comida y bebida. Salió de la habitación y, sigiloso, abandonó el castillo. Cuando se disponía a salir de la Reserva, una mano le tocó el hombro.
-¡Aaaaahh! - gritó Arthur. Melody le tapó la boca con la mano.
-Sssssh... soy yo – murmuró - ¿Dónde vas? - Arthur se lo explicó – Voy contigo. – sentenció.
-Vale – suspiró Arthur. Entonces pasó por su lado una carreta con paja. De un salto, los niños se metieron en ella, y pasaron fácilmente la muralla de la Reserva. Llegaron al pueblo y la carreta se detuvo frente a una finca. Asomaron las cabezas y el campesino que llevaba la carreta los vio.
-¡Pero bueno, pillastres! ¡¿Qué estáis haciendo ahí?! ¡¿Es que queréis robarme?!
-No, no – se apresuró a decir Arthur, saliendo del carro – Solo buscábamos dónde dormir.
El hombre miró sus ropas de tela bordada extrañado.
-No sé yo... bueno, de acuerdo, os podéis quedar, pero solo esta noche.
-¡Mil gracias, buen señor! ¿Podemos saber vuestro nombre? - preguntó educadamente Melody.
-Eh... sí, me llamo Matthew. Pero no hables como si fueses la hija del marqués, ¿vale?
-Pero sí soy... - No pudo acabar la frase porque Arthur le dio un puntapié. - Fingiremos que somos huérfanos. - le susurró.
-Lo siento, señ... quiero decir, Matthew. ¿Podrías llevarnos mañana a la Reserva, por favor?
-Claro, pero solo si trabajáis para mí mañana.
Entraron. Dentro había un corral con vacas y gallinas. En medio había una mesa con dos barras de pan y una jarra de agua. A la mesa estaban sentados una mujer y dos niños de no más de 10 años.
-Estos son mi esposa Tinna y mis hijos: Joan y Marc – después Matthew señaló a los invitados y
dijo: - Ellos son Arthur y Melody. Se quedarán esta noche y mañana los llevaré a la Reserva.
-No tenemos mucho para daros – se lamentó Tinna, señalando a la mesa.
-No os preocupéis, yo traigo comida. - Y Arthur sacó del zurrón tres bollos tostados, restos de filete
de cordero, algo de sopa y vino en un bote. Esa noche, la familia de Matthew comió como reyes.
A la mañana siguiente, Melody, Tinna y Marc ordeñaron a las vacas y alimentaron a las gallinas.
Matthew, Joan y Arthur fueron al huerto. Sembraron, recogieron frutos, segaron el trigo...
-¿Por qué tenéis que trabajar tanto? - preguntó Arthur cansado.
-Verás, por la protección que nos da el señor, tenemos que darle ayuda militar y económica, hay que pagarle gran parte de la cosecha, los impuestos del peaje, los pontazgos, el horno, el herrero y la prensa; otro tanto para la iglesia... - explicó Matthew.
Arthur se quedó pensativo y se propuso pedirle a su padre que bajara los impuestos.
Por la tarde, los chicos se despidieron y se dirigieron al castillo escondidos en el carro de Matthew.
Le dieron las gracias y entraron en el castillo. Se toparon con su madre.
-Pero, ¿dónde estabais? - les riñó – Estaba muy preocupada.
-Madre, - interrumpió nervioso Arthur - ¿dónde está Padre? Necesito hablar con él.
A Sophie se le escapó una lágrima, puso sendas manos en los hombros de los niños y dijo triste:
-Hijos míos... vuestro padre ha ido con su mesnada a ayudar al rey en la guerra contra los
Húngaros... Edgard ha ido con ellos... formaba parte de su entrenamiento... - no pudo seguir. Lloró.
Melody y Arthur abrazaron a su madre. Ambos sabían que la guerra solo traía cosas malas.
Efectivamente, siete meses después, Raphael, Edgard y lo que quedaba de la mesnada regresaron a
Terramagna victoriosos. Todo el pueblo los recibió felices. Se oían risas, pero también llantos, pues mucha gente había perdido a sus seres queridos.
Cuando Raphael y Edgard regresaron, trajeron consigo una enfermedad grave de fiebre y vómitos.
Raphael sanó pronto, pues era un hombre fuerte; pero, tres meses después, Edgard murió. Todos lloraron la muerte del joven heredero de Terramagna, sobre todo sus hermanos. Esto les hizo más fuertes. Arthur decidió empezar su formación militar para honrar a su hermano, y convertirse en el nuevo heredero legítimo de Terramagna.
Pasaron diez años. Arthur tenía 16 años, Melody 14 y Liana 10.
Un día, Arthur y sus hermanas estaban comiendo con sus padres cuando, de repente, un guarda entró en el comedor.
-Señor, el mensajero de los Mansos pide una audiencia urgente con vos – anunció.
-Dile que espere, lo atenderé en unas horas – respondió Raphael sin inmutarse. El guarda se giró para irse, cuando Arthur intervino:
-Padre, ruego perdonéis que me inmiscuya, pero pienso que lo mejor sería que recibierais al campesino lo antes posible. Podría ser importante.
Arthur habló con tal seguridad y firmeza que hizo que Raphael se lo replanteara.
-Hazle pasar – le dijo al guardia. Éste se fue. - Arthur, hijo mío, me gustaría que estuvieses conmigo
en los momentos más difíciles, tal y como lo estuvo tu hermano Edgard hasta el final. Ven.
Raphael y Arthur fueron al salón de audiencias y escucharon al mensajero. Esto fue lo que dijo:
-Mi señor, tengo malas noticias: Las familias que viven cerca de la costa han visto barcos Vikingos acercarse a Terramagna... - Raphael se levantó de un salto y escribió una carta al conde de Montegrís. Éste se presentó con su hijo y su mesnada en Terramagna al día siguiente. Evacuaron a los campesinos y fueron a la costa, donde dos barcos Vikingos estaban desembarcando. Empezó una batalla. Dos semanas después, los barcos Vikingos se alejaban de Terramagna derrotados. Rápale invitó al Conde de Montegrís a su castillo. A Melody no le agradó que su prometido se alojara allí.
-Buenos días, mi lady, ¿cómo de bella estáis esta mañana? - sonrió Louis irónicamente.
-Dejadme tranquila, os lo suplico. Sé que no queréis casaros conmigo, pues sabed que yo tampoco os correspondo. Yo no escogí este matrimonio, fueron nuestros padres. No me torturéis más.
Louis sintió pena y se disculpó arrepentido:
-Perdonadme, por favor. No quería ofenderos. La verdad es que sí os correspondo.
Melody lo miró a los ojos y vio sinceridad. En ese momento, empezó a sentir algo por él, y sonrió.
Pasaban todas las tardes juntos y Melody agradecía cada vez más que su padre aceptara la petición del conde de Montegrís hacía 14 años.
Al año siguiente hubo otra guerra contra los Galos, y mucha gente enfermó, incluida Liana. Y, casualmente, era la misma enfermedad con la que había muerto Edgard. En cuanto Arthur se enteró, sin dudarlo, cogió su caballo, salió del reino y navegó hacia el continente. Cabalgó semanas enteras sin parar, hasta que llegó a un poderoso reino musulmán al que llamaban “Al-Andalus”, situado en la Península Ibérica. Arthur trabajó en unos campos y consiguió oro del rey de Navarra, quien le ayudó a entrar en Al-Andalus. Cabalgó día y noche hasta que llegó a la capital, “Córdoba”. Allí buscó a un famoso médico al que llamaban “Averroes”. Arthur le prometió oro y prestigio en su reino si curaba a su hermanita. Averroes aceptó. Cogieron sus caballos y fueron a Terramagna.
Habían pasado cuatro meses desde que Arthur había partido, y esperaba que no fuese demasiado tarde. Cuando entraron en la habitación, Liana estaba tumbada en la cama, pálida, con los ojos entreabiertos. Averroes le atendió, le puso varios remedios y en unas semanas, Liana estaba recuperada. A algunas casas, el médico musulmán llegó tarde, pero en otras, salvó a docenas de niños. Hubo una gran fiesta en su honor. Y todos alababan también la gran hazaña de Arthur.
Averroes volvió a Córdoba con dos bolsas de oro y un montón de amigos cristianos. Raphael llamó a Arthur al salón del trono, y habló orgulloso:
-Querido hijo, serás el mejor gobernante que haya tenido Terramagna. - Éstas fueron las palabras más dulces que Raphael había dicho a cualquiera de sus hijos. Entonces, Arthur recordó su aventura fuera del castillo, cuando tenía 6 años.
-Padre, ahora que recuerdo, hace tiempo pude ver la situación en la que viven los vasallos: tienen que pagar muchos impuestos y darnos parte de su comida, y a la iglesia. Creo que lo apropiado sería bajar los impuestos. Trabajan mucho, incluso los niños...
-Pero Arthur, tenemos que mantener el castillo y el ejército, y cobrarles por la protección que les damos – reparó su padre convencido.
-Lo sé, pero quizás podríamos reducir los lujos del castillo... - Raphael se quedó pensativo, y sonrió.
-Bien. Tu primer mandato con señor de Terramagna será bajar los impuestos... - Arthur abrazó a su padre con fuerza. Era la primera vez que se atrevía a hacerlo desde hacía muchos años.
Pasaron 5 años. Raphael había fallecido hacía dos años, y Arthur había heredado el feudo delante del rey. Gobernaba prudentemente, como su padre. Los impuestos bajaron y familias, como la del viejo Matthew, vivían un poco mejor. Melody se había casado con Louis y vivía en Montegrís.
Liana esperaba la gran fecha en la que a su querido primo se le otorgaría un feudo y la desposaría.
Cinco meses después llegó el gran día. Después de ser nombrado conde, toda la familia fue a celebrarlo a “Woodest”, el nuevo feudo de Alfonso. Allí se casó con Liana, con canciones y bailes.
En la fiesta, Arthur conoció a una joven de 20 años llamada July. Era la hija menor del duque de
“Salance”, por lo que tenía un gran prestigio. La dama y su familia fueron invitados por Arthur a
Terramagna. July era muy buena, sincera y sabia, por lo que Arthur la eligió como esposa. Tres meses después se casaron, y al año siguiente, July tuvo un hijo precioso, Edgard, que 24 años más tarde, gobernaría igual de bien que su padre el gran feudo de Terramagna.

FIN

Entrega de premios del Concurso de relatos y de la Gimkhana literaria

DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO.     ABRIL DEL 2012

ENTREGA DE PREMIOS DEL CONCURSO DE RELATOS Y DE LA GIMKHANA LITERARIA